Cuando esta canción se puso de moda, yo tenía un –adolescente– noviazgo con R. y, cada sábado, era casi obligado salir a bailarla cuando sonaba en alguna de las fiestas del club. 
Para mí, la calidad del compañero de baile era un punto relevante en la "lista de aptitud" de un candidato. Y R. bailaba muy bien. 
El noviazgo, sin embargo, duró muy poco. Pasó el tiempo y me olvidé de R., de las fiestas del club y de esta canción. Hasta hace poco. 
R. y yo nos reencontramos después de treinta años de no vernos y el tiempo pareció retroceder. Una vez más, volvimos a bailar, volvimos a tener una relación (que también fue corta), y volví a escuchar esta canción que había sido, por un breve lapso, "nuestra canción". 
Hoy R. es uno de mis mejores amigos.
Nuestro vínculo de tantos años muestra que:
• Las relaciones amorosas pueden terminar bien.
• La amistad entre el hombre y la mujer es posible.
• La vida da segundas oportunidades.
• Un buen bailarín, por lo general, gana más que un pata de palo.
• Lo que ha sido amorosamente guardado en nuestro corazón puede ser amorosamente retomado.
• El tiempo no existe.



Dance with me, Orleans

1 comentarios:

Anónimo dijo...

HERMOSO LAU, QUIÉN ERA R.? CUÁNTOS RECUERDOS!!!!!!!!!!! LINDO, MUY LINDO!!!
BESO
CRIS
(AH! TE LO ROBO EH?

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