Zamba para no morir, Hernán Figueroa Reyes
Por cuestiones de principios, aunque pasé mi infancia en una localidad del Conurbano bonaerense en la cual abundaban las escuelas inglesas, mis padres decidieron que la mejor opción para mi educación era la escuela pública (la "escuela del Estado") y que el estudio de otros idiomas era una cuestión sin importancia. De todos modos, no pudieron frenar mi ambición "panlingüística" y, apenas comenzado el secundario, yo ya había logrado tener clases particulares de inglés y de francés.
Poseída por un entusiasmo incontenible, me calzaba los enormes auriculares qeu es usaban en esa época para escuchar mis canciones preferidas y saltaba de alegría al darme cuenta de que las palabras sueltas iban transformándose en frases y las frases en estrofas hasta que un día, por fin, pude cantar mi primera canción completa: Please, Mr.Postman.
Alguien desaparece de nuestras vidas y pensamos que es para siempre cuando, en realidad, "para siempre" sólo existe mientras dura. Porque la vida es caprichosa, da vueltas, gira, fluye. Pero porque mucho más caprichosa es nuestra memoria, que trae los recuerdos sin permiso y hace del pasado presente. Y aquello que creíamos que ya no existía regresa para jugar con nosotros. Así como la memoria es provisoria, también lo es el olvido.
Más de una vez no nombré y quise que no me nombraran. Era cuando, en carne viva, el nombre dolía y el ser nombrada daba miedo. Ahora, que sé que la vida no dura tanto como para permitirme clausurar una palabra, ahora que entendí que la omisión sólo la hace más presente, ahora que reconozco que le debo parte de lo que soy hasta a los nombres más temidos, no me importa nombrar ni me importa si me nombran.
No me nombres, Javier y Andrés Calamaro
Creo que no hay canción que no hable de amor. Pero para mí, algunas son especiales. The way you look tonight es una de ellas. Y no sin motivo. Alguna vez tuve una relación con alguien que decía que había nacido en la época equivocada porque su alma y su espíritu coincidían con los de la década de esta canción. Era un hombre de otro tiempo que vivía con mucha tristeza su permanente desacople con el tiempo actual. Era capaz de un romanticismo inusual. Y, por supuesto, bailaba muy bien, sobre todo los ritmos que nos transportan de inmediato a los salones en los que, en la década del 40, se bailaba swing. Tal vez lo que nos separó fue comprender que ese salto cronológico sólo podía ensancharse. El se quedó ahí, añorando un tiempo que nunca conoció. Yo seguí adelante, caminando hacia el futuro.
The way you look tonight, Rod Stewart
Sultans of swing, Dire Straits
Tiempo después, en mi imaginación adolescente veía esa época –reciente pero pasada– como el paraíso perdido de los poetas románticos, como el mundo que se había escapado y que había que recuperar y reconstruir.