Estoy lejos de Buenos Aires. Acá, bajo este cielo, el horizonte es casi interminable. Desde un séptimo piso, las líneas luminosas del trazado urbano se pierden lejos, mezclándose con la cintura de árboles que envuelve la ciudad. Más lejos aún, la meseta grisácea. El viento, aunque hoy es suave, reseca la piel, agrieta los labios, desata la sed. 
Demasiado espacio, demasiado cielo, demasiado aire.
Demasiado desamparo para lo que soy: un verdadero, original, auténtico bicho de ciudad.



Bicho de ciudad, Los piojos

Desde muy chica, lo que hoy llamamos "clima social" me afecta intensamente y me provoca desde tristeza hasta síntomas físicos. En distintos momentos de mi vida, padecí de formas variadas ese "clima social" que en la Argentina suele ser tormentoso. Entre junio y julio de 1974 –periodo durante el cual, entre otras cosas, murió el entonces presidente Juan Domingo Perón–, una afección hepática me mantuvo encerrada en casa más de treinta días.
Una de las pocas personas que venía a visitarme era M. que estaba muy enamorado de mí y se exponía constantemente a mis desplantes. Uno o dos días después de la muerte de Perón, M. trajo bajo el brazo Let it be de Los Beatles. Era un gesto desmesurado porque jamás nos hacíamos regalos. Pero él apostaba fuerte. Y yo estaba débil, en la cama, triste y enferma, así que lo recibí con agrado y, casi diría, con emoción. Sin embargo, no tanto agrado ni tanta emoción como para acceder a alguna de las aspiraciones de M.
Ese disco pasó a ser una parte importantísima de mi vida. Además de escucharlo, cantarlo y bailarlo, yo, que siempre hacía "cosas raras", destrocé la tapa y con ambas portadas forré la carpeta que llevé al colegio desde entonces hasta el último día de quinto año. 
Aunque soy la persona menos "guardadora" que conozco, todavía conservo esa carpeta.
Unos cuantos años después de ese julio de 1974, M. y yo tuvimos una cortísima relación. Por misteriosos motivos de traducción, en la contraportada del disco Get back se llamaba Toma revancha. Eso fue lo que hizo M.: después de unos besos y unas caricias, vino un mayúsculo desplante, esta vez de él hacia mí. Y, para que no me quedaran dudas, me lo dijo.



Get back, The Beatles

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