Estoy lejos de Buenos Aires. Acá, bajo este cielo, el horizonte es casi interminable. Desde un séptimo piso, las líneas luminosas del trazado urbano se pierden lejos, mezclándose con la cintura de árboles que envuelve la ciudad. Más lejos aún, la meseta grisácea. El viento, aunque hoy es suave, reseca la piel, agrieta los labios, desata la sed. 
Demasiado espacio, demasiado cielo, demasiado aire.
Demasiado desamparo para lo que soy: un verdadero, original, auténtico bicho de ciudad.



Bicho de ciudad, Los piojos

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