Contra la norma no escrita, seguida por la mayoría de los artistas internacionales, de evitar las presentaciones en la Argentina mientras gobernase la dictadura, Queen llegó al país en 1981. Había que verlos. Había que estar ahí. Había que saltar y cantar y gritar hasta quedarse sin voz. 
No importaba atravesar una ciudad militarizada. No importaba recorrer calles habitualmente vacías. No importaba regresar a casa muy tarde, cuando el ambiente enrarecido se notaba aún más que durante el día.
Llegué al estadio de Vélez muy temprano, con tiempo para buscar un buen lugar en el pasto. Eramos muchos. Cayó la tarde, se hizo de noche. Parecía que el tiempo no pasaba. Cruzábamos miradas expectantes. En un momento nos paramos y empezamos a aullar. Entonces, apareció la banda y el escenario se iluminó a pleno.
Bailamos furiosamente, los cuerpos chocándose unos contra otros. Los codos, los pies, las cabezas, los corazones, las almas. Todo agitado, conmovido, sacudido.
Cuando Freddie lanzó su "Can... anybody find me..." el estadio volvió a estallar. 
Eramos miles de personas moviéndonos como una vibrante marea. Ondulando con la música. De pronto, algo me sustrajo del latido colectivo. Un abrazo interminable con un beso infinito que duraron lo que duró la canción de una banda que, para mi agradecimiento y beneplácito, se caracterizó porque sus canciones eran larguísimas. 
Tuve, durante el resto del concierto, la sensación de ser a la vez parte de la multitud y única en la multitud. Todo transcurrió sin palabras porque era imposible escuchar otra cosa que no fuese la música. Desapareció de mi vista cuando empezó a sonar "We will rock you". Nos desencontramos. El piso temblaba. Nunca supe ni siquiera su nombre.
Lo perdí, me perdí, nos perdimos. Para siempre. 


Somebody to love. Queen

1 comentarios:

Patricia Danna dijo...

COPADO EL NUEVO BLOG!!fELICITACIONES

Publicar un comentario

Copyright 2010 Historias con canciones
Lunax Free Premium Blogger™ template by Introblogger