Ok, lo acepto. Uno siempre vuelve sobre las mismas cosas. Una vez que se definen nuestros intereses, los míos en este caso, los temas que captan nuestra atención se tornan recurrentes, vuelven a nosotros.
Por un lado, retomo el tema de las baladas de bandas que no hacen baladas.
Por otro, regreso a un tópico que siempre está conmigo: la memoria y, por extensión, el olvido.
Sin razón aparente, esta canción me pone en contacto con el placer de reflexionar sobre el recuerdo.
Eso que llamamos memoria no es otra cosa que nuestra capacidad de construir un relato de una situación que, aunque la hayamos vivido, será distinta, será otra, será presente cada vez que la contemos o nos la contemos.
¿Por qué no pensar que cada día somos "nuevos", otros, sin historia y sin más futuro que el lapso que existe entre el despertar y el volver a dormir? ¿Por qué no abrazar la idea de que si no hay historia no hay tiempo y si no hay tiempo no hay finitud? ¿Por qué no pensar que esa pequeña ausencia que es el sueño nos deja nuevamente en estado de tabula rasa sobre la cual inscribir, cada día, una biografía inédita? ¿Por qué no creer que es la sucesiva repetición de esa vida inventada la que crea nuestra realidad presente?
Nací el 14 de diciembre, fui al colegio Bernasconi, viví en Hurlingham hasta los 21 años, me gusta la mermelada de naranjas. Todas estas afirmaciones sólo tienen incidencia en mí si las recuerdo, si las traigo al ahora con mi relato. Si me entrego a ellas. Si las hago mías. O si dejo que me atrapen para siempre en el territorio de la certidumbre. Ese territorio que aniquila toda posibilidad de seguir creciendo.



I don't wanna miss a thing, Aerosmith

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