Hernán Figueroa Reyes, el autor de esta canción, murió en 1973. Aunque yo tenía apenas 14 años, recuerdo muy bien el accidente automovilístico y la noticia de su deceso unos días más tarde.
Si bien Figueroa Reyes y el folklore en general no figuraban en los primeros puestos de mi lista de intereses, esta zamba sí tenía un lugar en mis preferencias porque me atraía y me conmovía como casi ninguna otra. Percibía en la letra lo que después, con el paso de los años, confirmaría: que la muerte es un umbral mínimo en el eterno devenir de los tiempos. 
Hace poco más de un mes, el fallecimiento de alguien muy cercano me devolvió esta zamba. Cantarla, mentalmente o a voz en cuello, fue lo que me ayudó a ver de cerca ese umbral, a decidir cuáles quería que fuesen las condiciones de la despedida y, sobre todo, a comprender desde los huesos que no vernos no es lo mismo que no encontrarnos. Porque podemos estar frente a frente con los ojos abiertos y, sin embargo, el encuentro no se produce. O podemos no vernos nunca más y encontrarnos, sin cita previa, en el eterno devenir de los tiempos.



Zamba para no morir, Hernán Figueroa Reyes

3 comentarios:

Horacio dijo...

Disculpá amigo. Tal vez no tenga importancia,pero el autor de este tema es Lima Quintana.
Sé que lo mas importante es el mensaje que nos quisiste dejar, así que, la corrección, es fraterna y sin hacerme el sabiondo...

Laura Cambra dijo...

¡Tenés razón! Gracias por tu comentario.
Laura

Anónimo dijo...

Idolo Hernan , me llega hasta el alma .

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